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Calaveras y Diablitos abrió al público en la capital chicharrera el pasado mes de mayo, tomando su nombre de un popular tema de la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs. Este proyecto gastronómico, que refleja la dualidad de la vida y la muerte, combina el sonido reggae de timbre añejo con la singular iconografía mexicana. La firma de este local es del grupo Catre Viento, dedicado en cuerpo y alma a la restauración y que ha confiado la composición de la carta al chef grancanario Pedro López La Camera, propietario del restaurante De Contrabando, recomendado por la Guía Repsol en Las Palmas de Gran Canaria. En su local, López La Camera fusiona el recetario canario con influencias de Sudamérica y el sudeste asiático.

El concepto de Calaveras y Diablitos se abraza a la cocina viajera, resultado de la experiencia personal de Pedro en México, donde regresó cautivado con ricas sensaciones y deliciosas ideas. A pesar de ser un proyecto aún joven, su capital humano tiene la vocación de convertirse en un punto de encuentro entre la gastronomía de las dos orillas.

En su carta, más allá de los populares tacos, que son exponentes de la cocina de aprovechamiento, se pueden degustar platos como nopal encurtido con tunera canaria, aguachile con pescado isleño de roca, un guiso de Birria de cabra y una tosta de atún rojo. Además, el local ofrece propuestas como los Fideos secos, una receta que se remonta a la época de la Conquista, y carrilleras de buey con mole poblano, así como el pescado del día zarandeado, una técnica de asado de 500 años de antigüedad originaria del estado de Nayarit.

Pero además de disfrutar de la comida, es esencial sumergirse en su gama de cócteles cautivadores, que ofrecen combinaciones dulces y amargas, saladas y afrutadas, equilibradas en temperatura y texturas: margaritas, tequilas y mezcal. Como dice la letra de la canción Calaveras y Diablitos: “La vida es para gozarla. La vida es para vivirla mejor”.

Recomienda: Sergio Lojendio. Periodista Gastronómico