POR: Manuel Rodríguez
Técnico, D.O Abona
Una de las labores fundamentales en el cultivo de la viña es la poda. Si dejáramos crecer la viña en absoluta libertad, desarrollaría un largo tronco con unos frutos muy menudos y con poca acidez, sin la calidad necesaria para elaborar vino de calidad, por eso la viña necesita ser podada, para que crezca de forma controlada y se regule la producción y calidad de las uvas.
La poda se practica en invierno porque es cuando la viña mantiene solo su esqueleto y la savia no circula: esta en parada vegetativa.
Hay multitud de sistemas de poda. Estos sistemas se determinan según la variedad de viña, el clima, el suelo, el vigor y sobretodo al sistema de conducción.
En la poda también hay que diferenciar la poda de formación y la poda de fructificación: en la primera, hay que extremar las precauciones para obtener una cepa bien formada que además de darnos una calidad máxima, nos va a facilitar enormemente las labores culturales y, en una palabra, ahorrar costes de cultivo, tan necesarios en una viticultura tan competitiva hoy en día.
En poda de fructificación hay que observar su interrelación con los aspectos del cultivo:
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