Se respira un ambiente festivo. “Hay tanta gente como en una romería”, se oye entre corrillos. Esta frase puede dar una idea del espíritu con el que tal aluvión de personas acudió este lunes a la jornada inaugural de The Wine Gallery, la iniciativa que liderada por la vinoteca El Gusto por el Vino se prolonga en una segunda jornada mañana, martes, en la capital tinerfeña, desplegando un universo líquido bajo una gran carpa en los jardines junto a la Casa del Duque del Hotel Iberostar Heritage Grand Mencey.

El Gusto por el Vino presenta

En la ceremonia de inauguración el CEO de El Gusto por El Vino, Toño Armas, agradeció la presencia del grupo de bodegueros a un evento que más allá de que pueda ser el más importante de Canarias en su género, “es el que más me ilusiona”, dijo.

Por su parte, Escolástico Gil, alcalde del municipio de El Rosario, destacó la condición de “empresario modelo” de Toño Armas, por su “dedicación y esfuerzo”.

Por último, el alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez, subrayó la “condición de servicio” del propietario de El Gusto por El Vino, destacando el esfuerzo que para un empresario local representa organizar un evento de este tipo. “Para el Ayuntamiento de Santa Cruz esta iniciativa representa un valor añadido que nos coloca en el epicentro del mundo del vino”, concluyó.

Ni el veroño, ese tiempo tan agradable y particularmente indefinido que suele acariciar la isla por estas fechas, quiso perderse su lugar en una cita donde la vinoteca dirigida por Toño Armas presentó con éxito su ‘cosecha’ 2024, con la presencia de más de 80 bodegas canarias, nacionales y extranjeras descorchando sus referencias y descubriendo al público las nuevas añadas, un programa completado con cuatro ponencias de primer nivel que despertaron tal expectación que cubrieron la totalidad del aforo previsto.

El carisma de Toño Armas, alma mater de El Gusto por el Vino, representa sin duda una de las fortalezas de este proyecto. La personalidad de este empresario incansable, agitador de ideas y renovador de conceptos; su profundo conocimiento del sector; la confianza que desprende y las relaciones profesionales y personales labradas durante años le han granjeado el reconocimiento y respeto del mundo del vino.

Con todo, esto no va de soplar y hacer botellas. Detrás de cada sorbo hay un equipo de profesionales que borda su trabajo. No debe olvidarse la trastienda, porque una iniciativa de esta envergadura precisa diseñar un entramado logístico perfecto y además debe afrontar el desafío evidente de hacerlo desde territorio insular.

Un acto generoso

Una galería de vinos representa un acto generoso. Las bodegas dejan a un lado su perfil más íntimo y abandonan el profundo secreto de sus cavas para mostrarse sin filtros, un comportamiento que entronca con lo artístico. En el fondo, los bodegueros participan de la misma filosofía de quienes toman su obra de la mano y traspasan ese espacio privado del estudio o el taller para presentarse orgullosos en público, en sociedad, ya sea colgando cuadros, instalando esculturas, montando performances o interpretando conciertos.

No en vano, los viticultores consideran a sus vinos auténticas piezas de arte, resultado de un proceso creativo que conciben ya desde la raíz, en el viñedo, que modelan y matizan tras la vendimia, al que dan cuerpo en las botellas, visten con originales etiquetas y coronan con tapones personalizados.

En contraposición a la liturgia y el ceremonial que envuelven una cata, más encorsetada, este tipo de encuentros permite al público, al profesional y también al más profano, desenvolverse con libertad. No existe una referencia fija, estática, y la posibilidad de moverse sin ataduras, de ser tan dinámicos como los vinos, actúa como un deshinibidor.

Y es que el vino destila ese halo poético y romántico que siempre seduce; es ciertamente provocador y despierta todo un mundo de sensaciones.

El genial Manuel Vázquez Montalbán, en su relato El barco fantasma, que se desarrolla en Tenerife, pone en boca del personaje de Pepe Carvalho la siguiente afirmación: “Un pueblo que no come su queso y no bebe su vino es que atraviesa una grave crisis de identidad”. Habrá que hacerle caso.

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