La simple pronunciación de la palabra croqueta, incluso de su derivada cocreta, provoca un efecto inmediato de salivación, también un aroma evocador, acaso alimentado de esa nostalgia que nos retrotrae a las cariñosas manos de las abuelas y madres amasando la pasta y creando la deliciosa bechamel.
Lo cierto es que, de estar considerado durante un largo tiempo como bocado de segundo orden, propio de baretos y elaborado a partir de restos –un exponente más de la cocina de aprovechamiento–, de un tiempo a esta parte ha conseguido elevarse por derecho propio a la categoría de excelencia gourmet.
No en vano, desde el año 2015 cuenta hasta con un Día Internacional para festejar su existencia, concretamente –o cocretamente– el 16 de enero, y ya no existe establecimiento, sea del rango que sea, que las excluya de su carta, ofreciéndolas además como un must. Incluso se ha popularizado la expresión hacer la croqueta, en referencia al gesto de rodar sobre sí mismo, y que se ha hecho extensivo al regate del ya exfutbolista Andrés Iniesta.
La trilogía de La Chachi
El chef Javi Gutiérrez las mantiene invariablemente en carta, sea cual sea la época del año. Este local ofrece una trilogía de croquetas, alineadas en una tabla sobre una base de mayonesa –para mantener el equilibrio– desde las de ibérico a las de boletus y trufa negra, más las de queso palmero ahumado y cebolla caramelizada rematada con romescu (Prolongación Ramón y Cajal, 5).
La mano de Naty en La Taberna del Cortijo
El afinado dúo que forman Naty e Iván ha mantenido bien alto el listón de La Taberna del Cortijo desde hace nada menos que 18 años. Entre sus platos se encuentran las croquetas, siendo las de jamón ibérico la joya de la Corona, si bien ofrecen otras de queso Cabrales y, en ocasiones, de cochinillo con manzana o de bacalao. (Avenida de La Salle, 25).
De gran formato en El Picú
Si bien este local se ha especializado en arroces se ha ganado un sitio gracias a sus croquetas. Borja, un joven cocinero, las prepara en dos versiones: de jamón ibérico y de puerro confitado, con las que consigue brindar un bocado de gustosa combinación y un equilibrado punto en lo salado. (Imeldo Serís, 106, bajo la plaza de Weyler).
En La Verdulería manda Maren
Maren es el nombre del cocinero que elabora unas croquetas caseras a base de leches vegetales y harina de arroz, aptas para personas veganas y celíacas. El nombre de Maren se explica porque varían, de forma que pueden ser de espinacas, de pesto, de setas... (Calle Santiago, 4).
El Cortxo presume de cremosidad
Este gastrobar presume de elaborar unas croquetas de jamón ibérico, con láminas de jamón y polvo de aceituna negra, sencillamente deliciosas, crujientes y cremosas en boca (Plaza Ireneo González, 5).
La Montería
Con 22 años en la brecha, La Montería se ha convertido en un referente del recetario de cocina española tradicional. Luz y David gestionan este local, donde brindan croquetas de jamón ibérico y también de espinacas (Callejón del Combate, 12).
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