Era una noche tranquila cuando llegamos a “Casa Arehucas”, en esta ocasión, el emplazamiento fue en Tacoronte que, por su ubicación discreta y algo apartada, transmitía una sensación de clandestinidad. El ambiente, acogedor y reservado, estaba preparado para recibir a un pequeño y exclusivo grupo de 15 personas. Empresarios, periodistas e influencers se habían reunido para compartir algo que solo unos pocos tendrían la oportunidad de vivir. Un evento diseñado para mostrar el esfuerzo detrás de Arehucas y sus productos, donde todo parecía tener un propósito claro: compartir una historia.
Un ron para los sentidos: Arehucas Single Cask 2005 Oloroso Finish
La velada comenzó con la presentación del Single Cask 2005 Oloroso Finish, una pieza de historia del ron. Óscar Lafuente, reconocido como el mejor bartender de ron del mundo y embajador global de la marca, fue el anfitrión perfecto. Con su carisma y pasión, nos transportó a las históricas bodegas de Arucas, donde cinco barricas de roble blanco americano custodiaron este tesoro durante 18 años.
Su refinamiento final en barricas de Oloroso de la D.O. Jerez-SherryManzanilla fue el toque maestro que lo convirtió en una joya. Cada botella, numerada y embotellada a mano, es una pieza de historia.
Al acercar la copa a la nariz, fui recibiendo un aroma inicial de vainilla que evolucionó hacia matices más profundos de nueces, ciruelas e higos. Cerré los ojos y me dejé llevar por su complejidad. En boca, el primer sorbo reveló un equilibrio perfecto entre notas ahumadas, frutos secos y frutas confitadas. Sentí una calidez única que se prolongaba en un final largo y elegante. Sin duda, este ron no solo invita a ser degustado, sino también a ser contemplado como una obra maestra líquida.
La dulzura de Canarias en cada gota: Descubriendo el Ronmiel Añejo Selección Familiar
La segunda experiencia nos sumergió en una reinterpretación de un clásico canario: el Ronmiel. En la mesa, un montaje cuidadosamente dispuesto anticipaba el protagonismo de un ingrediente único. Granos de café y naranjas de Agaete compartían espacio con pequeñas muestras de miel monofloral de tajinaste azul, una joya de Gran Canaria producida por abejas negras canarias, una especie en peligro de extinción. Esta miel, considerada una de las mejores mieles ecológicas del mundo y galardonada en los certámenes más prestigiosos a nivel internacional, es el alma de este ronmiel.
Manuel López Martel, consultor en desarrollo rural y experto en turismo gastronómico, dirigió una cata de esta miel excepcional. Su explicación detallada resaltó no solo su singularidad, también la dedicación detrás de cada gota. Aromas florales y una textura aterciopelada hacían evidente por qué es tan valorada. La miel, cuya producción limitada definió las 6.000 botellas del ronmiel, marcó la pauta de lo que estaba por venir.
El clímax llegó cuando Óscar Lafuente, con su característico estilo teatral y un toque de maestría, retiró la manta negra que cubría el Ronmiel Añejo Selección Familiar. Elaborado con esta miel excepcional, café de Agaete, naranjas y botánicos locales, cada detalle de su composición refleja el alma de Canarias.
Al acercar la copa a la nariz, los aromas florales, cítricos y herbáceos se mezclaban con el dulzor sutil de la miel y un toque especiado de clavos. En boca, el ronmiel desplegó una armonía impecable: cálido, redondo y con un dulzor contenido que permitía apreciar la profundidad de sus notas. Un final prolongado evocaba la tierra, el esfuerzo artesanal y la riqueza de sus ingredientes, convirtiendo cada sorbo en un homenaje a Gran Canaria y su inigualable miel.
Más allá del sabor
El menú de “Casa Arehucas” fue ideado y ejecutado por Icíar Pérez y Juan Carlos Pérez, las mentes creativas detrás de Moral, Tenerife, un proyecto que representa su visión más personal de la cocina contemporánea canaria. Con una nominación como candidatos a Cocineros Revelación en Madrid Fusión 2025, esta joven pareja ha consolidado una propuesta que combina respeto por los productos locales con técnicas modernas, ofreciendo una experiencia gastronómica llena de personalidad y profundidad.
Su filosofía de cocina es clara: reinterpretar la tradición con audacia, equilibrio y un enfoque que prioriza el sabor y la autenticidad. Tras haber brillado en el restaurante Poemas by Hermanos Padrón, donde conquistaron una estrella Michelin y un sol Repsol, Icíar y Juan Carlos apuestan ahora por una cocina propia, cargada de significado.
El menú fue una oda a la creatividad y el equilibrio, donde cada plato y cóctel contaban una historia única. De entre todas las creaciones de la velada, la berenjena glaseada con anguila y champiñón fue la más aclamada, una propuesta que ejemplifica la capacidad de los chefs para transformar ingredientes simples en una experiencia única. La berenjena, con una textura aterciopelada y un glaseado perfectamente equilibrado entre dulce y ahumado, fue la base ideal para un plato que desbordaba carácter.
La anguila, con su salinidad intensa y su textura sutilmente firme, añadió un contraste preciso y necesario, mientras que los champiñones, con su profundidad terrosa, completaron la composición con una nota de equilibrio. Cada elemento parecía diseñado para potenciar los demás, mostrando una meticulosa atención al detalle y una sensibilidad notable.
Una declaración de intenciones de Icíar y Juan Carlos, quienes, con audacia y precisión, están redefiniendo la concepción de una buena cocina de fondo desde una perspectiva moderna, pero profundamente enraizada en la riqueza cultural y gastronómica de su tierra.
El siguiente plato, unos garbanzos arreglados con foie, sorprendió por su sencillez aparente y su ejecución impecable. Cocidos al punto exacto, los garbanzos mantenían una textura firme y aterciopelada, ideales para el caldo ligeramente untuoso que los acompañaba. En boca, evocaban la calidez de un arroz meloso, un bocado reconfortante y lleno de matices.
El plato principal fue un pato con salsa de naranja y orejones, acompañado de un cóctel con Ronmiel Arehucas Selección Familiar. La carne, tierna y jugosa, absorbía la acidez equilibrada de la naranja y la dulzura concentrada de los orejones, mientras el cóctel añadía un toque cálido y especiado que redondeaba el conjunto.
Para finalizar, un postre de calabaza en la tierra marcó el cierre perfecto de la experiencia. La diversidad de texturas, desde crujientes a cremosas, hizo de este postre una propuesta magistral, especialmente para quienes prefieren alternativas menos dulces y alejadas del chocolate como es mi caso particular. Se acompañó de un cóctel a base de café flambeado con Ronmiel Selección Familiar, una revelación para los amantes del café: intenso, aromático y con un dulzor sutil que dejaba una sensación cálida en el paladar, perfecta para concluir la noche.
El final iInesperado
Al final de la noche, mientras la conversación seguía entre risas y música, se dio un momento que nadie esperaba: un guiño al cumpleaños de Sergio Legendio, compañero de letras. No estaba planeado, pero se sumó a la espontaneidad de la noche, con bengalas, risas y un momento de camaradería que terminó por dar un toque personal a toda la velada.
Cuando nos despedimos, ya de noche, quedó una sensación de que habíamos sido parte de algo genuino. No solo los rones y los platos, sino la manera en que todo se había conectado: las historias detrás de los productos, las tradiciones de Canarias y la forma en que cada detalle parecía estar pensado para ofrecernos algo más que una simple experiencia gastronómica. Fue una noche que, por su simplicidad y profundidad, nos dejó con algo más que recuerdos.
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