Los años no pasan en vano y nuestro cuerpo es el primer testigo del trabajo del tiempo, sobre todo cuando no se cuida, ni se toman precauciones para la llegada de la tercera edad.
El paladar no está exento de este tipo de anomalías, el gusto y el olfato sufren alteraciones y como ellos van de la mano, lo que afecta a uno, se refleja en el otro.
Las causas más probables en este tipo de deterioro en persona mayores son, la disminución de las células nerviosas, que son las causantes de la sensibilidad en los sentidos.
Otra de las causas es la disminución del número de papilas gustativas ubicadas en la lengua, razón demás para no abusar en el tipo de comida de todos los días y más si trabajas en algún área de comer o probar diferentes sazones, tanto en intensidad como en especies.
Las personas de la tercera edad, por regla general, están recibiendo tratamientos farmacológicos, esto por cualquier causa, sean ya achaques, dolencias crónicas o simplemente porque todos nos hacemos viejos, inexorablemente.
Se conoce clínicamente, que existen numerosos medicamentos utilizados por personas de la tercera edad, tales como somníferos, fármacos para hipertensión, enfermedades cardiacas, asma, diabetes o el Parkinson, los cuales causan serios trastornos en los sentidos del gusto y del olfato.
Y suele suceder que cuando el estímulo gustativo comienza a desaparecer, ya no se disfruta tanto comiendo, y la identificación de lo dulce o salado, lo ácido, pueden confundirse y hasta dejarlo de percibir o identificar.
Un error que cometen algunas personas, es que intentan aumentar el sabor añadiendo grandes cantidades de sal, y esto hace que se produzcan otras dolencias en la tensión arterial, enfermedades del corazón, osteoporosis o cáncer en el estómago.
Una mejor opción para lograr potenciar los sabores que ya no percibes en las comidas, es la utilización de especies inocuas, hierbas aromáticas, ajo o el siempre recomendado jengibre.
Tenemos unas 9.000 papilas gustativas en nuestra lengua para percibir los sabores dulces, salados, ácidos, amargos y umami, este último es un sabor que contiene glutamato.
Las papilas gustativas y el sentido del olfato combinan la información para que nuestro cerebro pueda reconocer y apreciar los sabores, pero estas, inevitablemente, disminuyen con la edad, la boca produce menos saliva, causando resequedad en la boca y claro está, afectando de manera significativa el sentido del gusto.
Si bien es cierto que el sentido del gusto y del olfato cambia con la edad, existen ciertos factores acelerantes en la pérdida del mismo, el tabaquismo es uno de ellos y como todo en la vida los excesos.
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