El sector alimentario ha sido uno de los grandes protagonistas de este primer año de pandemia, con una hostelería que naufraga, una industria que logra mantener el rumbo -aunque su afectación varía sobremanera entre unos fabricantes y otros- y una distribución que navega a toda vela en ventas.
La crisis de la covid-19 ha reflejado la profunda interconexión entre los eslabones de la cadena: el virus causó estragos desde el primer momento entre bares y restaurantes, y enseguida contagió a sus proveedores, con consecuencias tanto para el supermercado (que tuvo que absorber un repentino aumento de la demanda) como para la actividad agraria.
Porque agricultores y ganaderos tuvieron que afrontar una caída de los productos más asociados a la hostelería y un incremento de los comprados para llenar la despensa.
La hostelería es, junto con el turismo, el sector económico más afectado por la pandemia y se calcula que ya ha cerrado casi una tercera parte de los más de 300.000 establecimientos que tenía el país a cierre de 2019.
Con una caída de ventas próxima al 50 % el pasado año, los dueños de bares y restaurantes también han cobrado notoriedad por haber elevado el tono contra las restricciones aprobadas por el Gobierno y la falta de ayudas públicas.
Además de numerosas manifestaciones por todo el país, sus reclamaciones han llegado incluso a sede judicial, y en comunidades autónomas como el País Vasco los tribunales les dieron la razón y les permitieron reabrir sus establecimientos.
Los bares sufren, la industria sobrevive
En cuanto al empleo, la hostelería se sitúa a la cabeza de los sectores con mayor número de trabajadores que siguen en ERTE (casi un 50 % del total, unas 442.000 personas), a lo que se suma además la destrucción de cerca de 290.000 puestos de trabajo.
Como nueva tendencia, surge con fuerza el envío de comida a domicilio, una alternativa que permite a algunos compensar parte del desplome de los ingresos, pero que también ha provocado recientes tensiones con las plataformas digitales (Deliveroo, Glovo, Just Eat o Ubereats) por las comisiones que cobran.
El hundimiento de la actividad de bares y restaurantes tiene ramificaciones en toda la cadena alimentaria, un efecto colateral especialmente visible en la industria, con áreas como la de las bebidas alcohólicas, la cerveza o el vino entre los principales dañados.
De hecho, sólo en este arranque de 2021 se han abierto procedimientos de despido colectivo en Grupo Pascual, Heineken y Coca-Cola.
La patronal de la industria alimentaria (FIAB) publicó a cierre de 2020 un estudio que apuntaba al cierre de 1.700 empresas y la destrucción de más de 7.000 puestos de trabajo como consecuencia de la pandemia.
Fuentes del sector han recordado que el impacto varía sobremanera entre unas compañías y otras, en función del peso que tenía en su negocio total el canal de hostelería.
Prueba de ello es que aquellos proveedores más enfocados en servir a los supermercados han conseguido capear el temporal de mejor manera, aunque durante las primeras semanas de confinamiento (entre marzo y abril de 2020) se vivieron momentos difíciles para garantizar el abastecimiento, sobre todo de productos básicos.
Las cadenas de distribución registraron durante el pasado ejercicio subidas de ventas de forma casi unánime, en el entorno del 5-10 % e impulsadas por un evidente trasvase del consumo de fuera a dentro del hogar.
Aun así, los empresarios del sector subrayan que los incrementos de facturación no se tradujeron siempre en una mejora de sus beneficios, sobre todo por el aumento de los costes.
Agricultores y ganaderos tuvieron que afrontar una caída de los productos más asociados a la hostelería y un incremento de los comprados para llenar la despensa.
En un contexto como el actual, marcado por las crecientes dificultades económicas, ya se habla de una incipiente “guerra de precios” entre las diferentes cadenas de supermercados, lo que amenaza con debilitar su margen de rentabilidad.
A ello se suma que el número total de este tipo de establecimientos sigue al alza -lo que incrementa la competencia-, así como la pujanza del comercio “online” también en el segmento de alimentación.
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